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Huccanamanta Pacha

Biodiversidad, Ecología y Turismo

- Acerca de HUACCANA -

Historia de Huaccana

Huaccana es un distrito situado a 3050 metros sobre el nivel del mar y que pertenece a la Provincia de Chincheros Región Apurímac - Perú, Huaccana es un término que está escrito en quechua “Huaccana” significa “el sitio donde lloran” dícese que en los tiempos más antiguos este era el lugar de despedida de sus seres más queridos para que así partieran a otro lugar.

Antiguamente Huaccana era un lugar rodeado de inmenso bosque tropical, y que pertenecía al Distrito de Ongoy (distrito cercano a Huaccana) pero con el correr del tiempo se separó y quedando así como un distrito joven, prospero con sus maravillosos paisajes, centros turísticos y una variabilidad de costumbres.


Huaccana nació mucho antes de su creación política en 1985. Buena parte de su vida histórica se remonta hacia fines de los años 1940 en la que surgió la idea de desprenderse del distrito de Ongoy. El camino para alcanzar la autonomía distrital tiene sus raíces en los trámites judiciales por formalizar las tierras de las ex haciendas Chacabamba y Río Blanco. Sin embargo, Huaccana se gestó en las recias manos de quienes labraron las tierras cultivando maíz, papa y los granos benditos del trigal.

Los pasos férreos ante el inminente aguacero tras pastorear el ganado en HUACCANA 22 Cunyacc, Pumachuco o Cabracancha, palpitan aún en la memoria de una generación anónima. El vigor de sus espíritus en esos pocos huaccaninos se resiste a esfumarse, quizás añorando el sensible reconocimiento por tantos caminos hechos, brincando como niños en sus lomas y quebradas; revoloteándose en sus puquiales, chapoteando en el llanto tras el caballo perdido o la vaca metida al ajeno corral. Son pocos ya, quienes apenas recibieron el brillo solar bordeando Ayaviri o Tres Cruces se enrumbaron en el sueño inimaginable de ver su pueblo lleno de casas, gente mil, autos y camionetas reemplazando sus mulas y bestias; bebiendo leche no de las ubres propias alimentadas en pastizales de Curampa; sino sirviéndose de envases plásticos cual mamadera comercial. El chispeo del viento y la lluvia débil cayendo sobre el ichu y las rocas deformes de Pacchancca, invita al regocijo memorial. Sin embargo, hacerlo es perderse en el laberinto de crecientes caminos mismas rutas jamás insospechadas desde su fundación.

 

En el anonimato permanecen nombres cuyas personas harían gruesos capítulos de un libro con su honor por gestar a Huaccana. Algunas de ellas de diversas condiciones, pero todas unidas por un solo vínculo umbilical. Todas nacidas en un mismo seno de la tierra; pero esparcidas igual al poblador errante de su propio destino. Así, pasarán desapercibidos para los nuevos vecinos de la metrópoli, los Sierralta, los Acosta, los Huamán, los Bilbao, un Sulca, un Medina, un Torres, un Pinto, un Yupanqui, un Jáuregui, un Porras, un Arenas, un De la Cruz, un Zevallos, un Salcedo, un Moore, un Prado y quizás un Céspedes y tantos más damas y caballeros cuyos caminos primigenios fueron empleados por ellos mismos cruzándose al son de: Buenos días taytay; allinyacho taytay o ratucama taytay.

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